Me he equivocado. Le he fallado y decepcionado a la persona más importante en mi vida, en mi antigua vida y en mi nueva vida: MI MADRE.

He ido apretando las tuercas a las personas que más quiero y a las que les debo, sin duda alguna, mi situación actual. He ido en contra de todo lo que estoy aprendiendo y “practicando” desde que he tomado contacto con el Qigong. Entiendo bastante bien la filosofía de esta escuela pero no acabo de ponerla en práctica con mi persona.

He decidido tomarme un tiempo de reflexión para aclarar un poco toda mi vida. He decepcionado a mi madre, a la que tanto debo, y ha quedado muy claro que no puede confiar en mí, todavía.
Aún no he realizado una buena y total limpieza de hábitos y costumbres del pasado y aún los arrastro en la actualidad.

Ha llegado el momento de olvidar todo lo aprendido hasta ahora. No me refiero a andar, hablar, tener equilibrio, sino a mi relación personal con muchos aspectos de la vida cotidiana.

Hablo mucho de conducta y de criterios, pero no me los aplico a mi persona. Debo reestructurar toda mi vida, puesto que ha quedado muy claro, por lo menos a mí, que aún no soy digno de confianza. Seguiré realizando las actividades que ahora me ocupan el tiempo, pero desde una clara y fuerte convicción de que lo que hago vale la pena.

Voy a seguir lo que me dicte el corazón en cada situación. Últimamente estoy sintiendo que debo dar un paso al frente e implicarme verdaderamente en los quehaceres de mi colectivo: la gente que padece DCA (daño cerebral adquirido).

Empezaré por mi asociación, Trace, y por mis compañeros. La idea es ayudar a todo el colectivo. Pero tiempo al tiempo, paciencia, todo llega. Antes debo informarme y formarme.

Volviendo a lo de mi madre, no es la primera vez que la decepciono. Intentaré que sea la última. Me voy a esforzar de veras para que así sea.

Es curioso, me vuelco y me vacío en ayudar a los demás, pero no tengo en cuenta a la gente más cercana a mí. A mi entorno. Todo el mundo ha de ser igualmente importante para mí, pero mi familia, sobretodo.

Por descontado, es un consejo para todo el mundo, tenga DCA o no. Hay que valorar y apreciar lo que tenemos a nuestro alrededor, porque estamos como estamos gracias a ellos. Eso no hay que olvidarlo jamás.